Hola a todos. Me llamo Pedro y por petición del colega que dirige todo este cotarro del blog he venido a contaros mi experiencia, según él para concienciar. Para ir resumiendo un poco y que veáis por dónde van los tiros voy a comenzar por dar las gracias a los profesionales de periodonciamadrid.org que con su duro trabajo han conseguido que mi sonrisa vuelva a ser lo que era. En serio, gracias.
Siempre me habían dicho que el ciclismo era muy peligroso pero, como tantos otros, no voy a dejar de practicar mi deporte favorito sólo por miedo a conductores que no respetan los límites de seguridad en carretera o por miedo a que un loco se salte el semáforo así que seguí haciendo lo que más me gustaba siempre que tenía tiempo. El problema es que, como pensaba que tenía la razón en todo y que siempre iba con mis derechos por delante, dejé de tener cierta prudencia que, con razón o sin ella, jamás debí perder.
Cuando algún fin de semana salgo por carretera a pedalear, no tengo más remedio que intentar ir por el asfalto y esperar que los conductores decidan adelantarme con la suficiente distancia pero cuando vamos por ciudad la cosa es muy diferente porque en muchas zonas (no en todas desgraciadamente) tenemos un carril bici bien hermoso que, como yo antes de esto, muchos ciclistas omiten y siguen circulando por la carretera “porque tienen derecho”. Puede que sea así, y puede que en un mundo ideal todo fuera perfecto pero en este no lo es.
Mi experiencia
Una mañana, yendo a la Universidad en bici como hago todos los días, un hombre con prisa por llegar al trabajo, empezó a adelantar a otros vehículos zigzagueando con tan mala suerte que, entre curva y curva, no vio que yo también estaba ahí. Me empujó, me tiró al suelo y aún encima tuve suerte porque mis lesiones se redujeron a dos costillas rotas, una pierna partida por dos sitios diferentes y golpe fuerte en la mandíbula que, además de dislocármela y de dejarme la cara como a un Cristo, rompió la mayoría de mis dientes, pero lo que más me dolió, lo que más daño me hizo, fue no haber hecho caso a mi madre tantas veces cuando me decía que fuera por el carril bici porque, a menos de un metro de la carretera, hay un carril bici separado por una pequeña mediana donde, de haber estado circulando, no habría sufrido el accidente.
Puede que ese hombre fuera un estúpido, y puede que a imbécil, descuidado y capullo no le gane nadie. Puede incluso que sólo ahora conozca la importancia que pueden tener sus acciones, pero la realidad es que por muy idiota que sea y por mucha razón que yo tuviera, si hubiera usado el carril bici no me había tirado más de un mes en cama y otros tantos acudiendo a Periodoncia Cazalvara y Morante para que, en no sé cuántas sesiones y con no sé cuántos tratamientos, arreglaran mi boca.
España es el país europeo con más muertes de ciclistas en carretera. No estamos acostumbrados a respetar los límites, no estamos acostumbrados a ver a cientos de habitantes circular en bici como diariamente lo hacen e en Berlín o Amsterdam y no debemos anteponer e orgullo o la cabezonería a nuestra seguridad. He visto ciclistas que, como yo, circulan por la calzada teniendo un carril bici reservado exclusivamente para ellos y he visto como, además, se saltan señales de tráfico sólo porque quieren: semáforos, stops, cedas… etc. Si queremos que se cumplan nuestros derechos, debemos empezar por cumplir con nuestras obligaciones y es obligación de todos los ciudadanos respetar las señales de tráfico, seas conductor, ciclista o viandante, eso da igual.
No seamos cabezones, no nos empeñemos en imponer y cedamos todos un poco y, por supuesto, nunca, jamás, antepongas nada a tu seguridad.