En el mundo de la competición siempre se echan cientos de horas buscando donde poder arañar una décima de segundo que haga ser a un vehículo más potente que el rival y es que en juego está el orgullo, el honor y, sobre todo, el dinero. En competiciones como la máxima categoría del automovilismo mundial, la Fórmula 1, conseguir una décima de segundo supone varios millones de euros y es que el desarrollo de todos los equipos está llevado tan al extremo que solo magos de la ingeniería o muchos millones consiguen que los monoplazas vayan un paso más allá. Pero lo cierto es que esta obsesión por el peso y por la velocidad no solo viene de la mano de los más altos niveles competitivos, sino que en el día a día, en las carreras autonómicas y nacionales también se busca esa décima de segundo que pueda acabar significando un campeonato o pasar por delante del rival más directo. Por ello, a lo largo de las siguientes líneas trataremos de identificar como se consiguen estas ansiadas décimas en algunos de los deportes de motor más conocidos del mundo.
Pensar en motor y pensar en décimas de segundo supone que nuestro cerebro se vaya directamente a la categoría reina del automovilismo mundial y es que en este certamen todo está llevado hasta límites insospechados y en cada equipo hay cientos de ingenieros dándole mil interpretaciones al reglamento para conseguir ser los mejores. Es por ello por lo que es aquí donde más se habla de mejoras y de evoluciones de vehículos, puesto que las novedades que se implementan en el gran circo, años después pasan a los vehículos de serie, sobre todo las mejoras relativas a la seguridad. Una prueba de esto que os comentamos se resume en una sola noticia y es que McLaren se frota las manos con el coche de 2020 para ir un paso más allá, lo que se traduce en una gran inversión para intentar alzarse con la corona de campeón mundial.
Pero la realidad es que todo este trabajo parte de horas de diseño, horas de estudio y de interpretación de los textos que marcan las pautas a seguir por los equipos. Tras ello, cada una de las escuadras pone a su equipo de constructores a llevar a cabo las piezas que han diseñado y, con ellas en la mano, empiezan las pruebas aerodinámicas y de consistencia, para saber si son efectivas y seguras. Sin embargo, para que estas piezas lleguen a existir y a funcionar tienen que pasar por máquinas de corte que tengan una precisión milimétrica, puesto que de ello depende que sean o no válidas para ser instaladas en los monoplazas. Así, en el caso de que vosotros también tengáis que llevar a cabo un trabajo de corte con precisión, nosotros os recomendamos que optéis por Tecoi y es que ellos son expertos en maquinaria y software de corte, por lo que con sus servicios, la precisión necesaria estará más que asegurada.
Aunque no solo el corte de las piezas es fundamental y es que si os paráis a pensar, muchos de los coches de competición construidos a lo largo de la historia portan el color naranja, un tono llamativo pero que no se incluía por este motivo, sino que se hacía porque este color pesaba menos que el resto, por lo que pintando un coche entero de naranja, se reducía unos gramos el peso del mismo, lo que repercutía en una mejor relación peso/potencia. Además, otros trucos como agujerear los pedales o ciertas partes de la carrocería, así como instalar ventanas de metacrilato en lugar de las de vidrio, son otras de las formas que se siguen utilizando aún en la actualidad para conseguir que un vehículo sea más veloz y menos pesado, lo que se puede traducir en una pequeña diferencia que otorgue a su piloto y equipo la victoria.
El centro de gravedad y la aerodinámica, dos claves fundamentales
Además de lo que os hemos mencionado, la realidad es que existen cientos de formas diferentes de poder arañar unas décimas en los deportes de motor, siendo una de las más importantes el centro de gravedad. Los expertos en la materia nos dicen que cuanto más bajo sea, más cerca irá el coche del suelo y, por tanto, mayor será su agarre, por lo que siempre se irá más rápido. Pero para que esto sea así, también tenemos que contar con una buena aerodinámica y es que esta es la que nos ayuda a pegar el coche al suelo y que los flujos de aire pasen por los conductos del vehículo sin que afecten a su rendimiento. Por ello, ambas son claves fundamentales, siempre que vayan de la mano y han de estar bien estudiadas para que sean efectivas.