Mucha gente se pregunta si montar en bicicleta es un ejercicio bueno para la espalda. Estamos acostumbrados a oír que lo más completo es la natación, que con ella nos beneficiamos en muchos sentidos, que además de ser buena para la espalda nos ayuda a aumentar la resistencia, a fortalecer las articulaciones, a eliminar la rigidez o incluso a hacer crecer la capacidad pulmonar, entre otros. Pero ¿y la bici? ¿Qué pasa con ella?
Muchos doctores hace años desaconsejaban el uso de la misma, se creía que era dañina especialmente para la espalda debido a las posturas que se adoptaban sobre la misma, nada cómodas por otro lado. Pero en la actualidad esta tendencia está cambiando y se cree, de hecho, que la bicicleta es como una medicina más para el cuerpo, con grandes ventajas para el mismo.
La mejor postura para montar en bicicleta es aquella en la que el torso está ligeramente inclinado hacia delante. Así, la musculatura de la espalda está bajo tensión y estabiliza el tronco. De esta forma, se previenen los dolores de espalda, ya que los movimientos de pedalada en las piernas fortalecen los cuádriceps (que son los que nos ayudan a soportar el peso del cuerpo) y también la zona lumbar, previniendo así los dolores de espalda. Asimismo, los pequeños músculos de las vértebras dorsales se ejercitan y estimulan al montar en bici, algo difícil de conseguir con otro tipo de deportes. Esto ayuda a que la columna vertebral se mantenga protegida de vibraciones y golpes.
Pero montar en bicicleta no solamente es bueno para la espalda, sino que también protege las articulaciones. Como la mayor parte del peso recae sobre el sillín, las rodillas no sufren como en otros deportes donde se llevan todo el impacto, como puede ser correr o caminar. Montando en bicicleta regularmente se previenen entonces problemas de artrosis y no estropeamos nuestras articulaciones para cuando seamos mayores y queramos caminar con facilidad.
El sistema circulatorio es otro de los grandes beneficiados dentro de esta actividad. Y no nos referimos al tráfico, sino al corazón. Montar en bici puede llegar a reducir el riesgo de infarto en más de un cincuenta por ciento, ya que el corazón trabaja economizando, con el ritmo cardiaco alto y la presión baja. Con este deporte baja también el llamado colesterol malo y sube el bueno, protegiendo así los vasos sanguíneos.
Por supuesto, ni que decir tiene que montar en bicicleta nos ayuda también a perder peso, algo muy importante tanto a nivel de salud como de estética y de sentirnos mejor con uno mismo. Se cree que este tipo de ejercicio hace efecto sobre el tejido graso a partir de los cuarenta minutos de su práctica. Desde ese momento, todo aquello que pedalee se convierte en grasa quemada.
Además, como en todos los deportes, esta práctica tiene beneficios no solo para el cuerpo, sino para la mente, ya que se liberan endorfinas, que son las hormonas que nos hacen sentir bien. Y seguramente, si la usamos para trabajar y dejamos el coche a un lado, también nos sentiremos alegres y contentos cuando veamos en nuestra cuenta del banco el ahorro que estamos consiguiendo en gasolina.
Actualmente, según estudios sociológicos llevados a cabo en España, la tendencia a usar la bicicleta es todavía menor a lo que sucede en otros países del norte de Europa, como Holanda, Alemania o Dinamarca. A pesar del buen clima del que goza nuestro país, en España apenas alrededor del treinta por ciento de la población declara en las encuestas que sí la coge. La mayor parte de estos usuarios lo hacen, no para ir a trabajar, sino una vez al mes o a la semana por cuestiones de ocio. De conocer sus beneficios, seguramente se animarían a hacerlo mucho más a menudo.
Reconocemos que el uso abusivo de la bicicleta puede provocar cansancio y algún dolor puntual debido a la falta de costumbre o quizás a una mala temperatura, pero no es nada que un buen masaje como los del Centro QB no puedan solventar y no sirve de excusa para no aumentar unos años nuestra buena salud gracias a dar pedal. Si en los países del norte salen en bicicleta con ese frío, en España no puede haber pretextos para no hacerlo.