Estos son los curiosos factores que no te dejan ser un campeón en la bicicleta

Me da mucha envidia cuando veo a los aficionados a la bicicleta que aguantan muchos kilómetros. Incluso que se atreven con competiciones y las llegan a ganar. Yo soy de esos aficionados que se enganchó al deporte de las dos ruedas gracia a Miguel Indurain. Recuerdo aquellas tardes de verano en el pueblo todos sobre las 4 de la tarde pegados al televisor.

Eran otros tiempos y ahora gracias a aquellos tengo esta afición a la bicicleta que es como una droga. Muchos me dicen que si no estoy loco al comprarme una bici valorada en más de 3.000 euros. Yo siempre les recuerdo que loco el que hace un viaje hasta Australia teniendo en España bien de cosas de ver y se gasta más de 3.000 euros. O loco el que sale de fiesta cada fin de semana y se gasta más de 100 euros, que al final de año viene a ser incluso más cantidad que lo que me gasto yo en mi capricho.

Dicho esto, lo que os quiero contar es mi relación con la bici pero desde el punto de vista de algunos factores que nunca pensé que fueran tan importante. Y es que para ganar una prueba ciclista tienes que dar más pedales que el rival, pero también es cierto que para ganar algo hay muchos factores, alguno de ellos muy curiosos, a su alrededor.

Una visita al dentista

Por ejemplo, os puedo contar cómo una visita al dentista cambió mi manera de competir. Como os digo, siempre pensé que mejorar mi rendimiento era solo cuestión de entrenar más, de hacer más kilómetros, más proteína, una bicicleta más ligera o unas cubiertas de menor resistencia. Pero hace un año, mi cuerpo me obligó a mirar hacia otro lado. Literalmente, hacia la boca.

Era la mitad de la temporada y yo venía sintiendo algo raro. No eran calambres ni fatiga muscular, era una especie de cansancio persistente. Mi entrenador decía que era estrés acumulado y podría ser, aunque yo sabía que no todo venía de ahí. Yo pensaba lo mismo. Hasta que, en una revisión dental de rutina, la doctora me dijo: “Tienes periodontitis”. Una enfermedad de las encías que cada vez está más presente.

  • —¿Esto puede estar afectando mi rendimiento físico? —le pregunté.
  • —Mucho más de lo que imaginas —respondió. Así que ya tenía la causa de lo mal que estaba rindiendo en los últimos meses

Me explicó que la inflamación crónica en la boca libera citoquinas, unas proteínas que viajan por el cuerpo generando inflamación sistémica. Básicamente, mi cuerpo estaba peleando una guerra en las encías y yo pretendía que me respondiera como si todo fuera correcto. Así, empecé tratamiento de inmediato.

Antibióticos, limpieza profunda, cambio de hábitos. Y fue como si de pronto mi cuerpo encontrara alivio. Las piernas no pesaban tanto. Mi corazón recuperó su ritmo. Las métricas mejoraron sin cambiar nada en el entrenamiento.

El agua

Pero ahí no terminó todo. Meses después, empecé a investigar por qué algunos ciclistas locales de Colombia parecían recuperarse más rápido que nosotros. Uno de ellos me dijo: “Es el agua”. No hablaba de la pureza, sino de los minerales: oligoelementos como magnesio, calcio y flúor natural.

Empecé a tomar muestras, a leer estudios, a comparar cómo varían las aguas en distintas regiones. Descubrí que el tratamiento del agua, especialmente con cloro, puede alterar el equilibrio intestinal. Y que la microbiota, esa comunidad invisible en nuestros intestinos, también tiene una relación directa con el rendimiento y la inflamación.

De esta manera, me compré un descalcificador, que como me recomendaron en Efinox, era una botella de filtro de agua Brita, y desde el primer momento comencé a notar los cambios en mi cuerpo. El agua por fin me sabía a agua.

En ese momento entendí algo que cambió mi visión del deporte: el cuerpo no es solo un motor que se entrena, es como si fuera todo un mundo. Y ese ecosistema se ve afectado por todo lo que toca. Es decir, lo que comemos, lo que respiramos, incluso lo que sentimos. No son solo los vatios ni las pulsaciones por minuto. A veces, mejorar el rendimiento es tan simple —y tan complejo— como tratar una infección en las encías o filtrar el agua correctamente.

Hoy sigo entrenando igual de duro, pero también duermo mejor, cuido mi boca como si fuera una parte del tren inferior, y cargo con mi propio filtro portátil para los viajes. Como puedes ver, son curiosos factores que al final son los que te hacen subir o no al podio.

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