Movilidad Sostenible para luchar contra el Cambio Climático

Decidí estudiar ciencias ambientales porque siempre me ha gustado la naturaleza, por lo que estaba convencida de que trabajar en formas de ayudar a cuidarla siempre iba a ser una buena opción para mí.

Sin embargo, no tarde en comprobar cómo esos valores y principios no se correspondían del todo con mis acciones. Fue en una conversación con un par de compañeros en la cafetería en la que discutíamos sobre las múltiples medidas que nos gustaría poner en práctica para conseguir un mundo más sostenible.

Claro que las nuestras eran buenas intenciones, sin embargo, muy a menudo no predicamos del todo con el ejemplo.

Ahí estábamos hablando de sostenibilidad y de cuidar nuestro planeta cuando la mitad de nosotros íbamos a la Universidad en metro o en coche, utilizábamos plásticos a diario, entre muchas otras pequeñas acciones del día a día en las que no reparábamos en absoluto.

Empecé a plantearme seriamente esta contradicción, por un lado, ahí estábamos entusiasmados con nuestras políticas ambientales, pensando en montar un partido político y soñando con cambiar el mundo desde esa anónima cafetería de nuestro campus cuando ninguno de nosotros predicábamos con el ejemplo.

Esa realidad me dio que pensar. Cómo pretendemos implementar políticas medioambientales si ni siquiera nosotros vivimos de acuerdo con estos principios.

Lo primero que hice fue ponerme a investigar sobre la situación actual en nuestro país y no tardé en descubrir que, efectivamente, según el estudio “Movilidad en el entorno laboral”, difundido por la empresa Arval, el 20 % de los conductores iría al trabajo en bici si hubiese duchas en las oficinas.

El Reto de la Movilidad Sostenible

Era consciente de esta realidad, y de que si queríamos concienciar a otros tendríamos que empezar por nosotros. Es cierto que llevar una vida sostenible puede implicar ciertas incomodidades y más trabajo al principio, pero, sin duda, vale la pena.

Al final siempre encuentras alternativas para que esos pequeños cambios se conviertan en hábitos y, con el tiempo, no tienen por qué implicar ningún inconveniente.

En mi caso, mi primer paso empezó por la movilidad sostenible. De hecho, la movilidad sostenible es uno de los ejes principales en la lucha contra el cambio climático.

El Transporte es responsable de la mayoría de las emisiones de GEI, y por eso uno de los objetivos a corto plazo es el de reducir la supremacía del coche y usar la bici.

No cabe duda, de que es una apuesta ambiciosa, pero creo que con el trabajo de todos es algo que, a la larga se puede conseguir.

Las ciudades albergan el 50% de la población mundial y se consume el 75% de la energía que se produce, y a su vez suponen el 80% de las emisiones de CO2 a escala global.

Así, según un informe de GreenPeace España, el transporte es responsable de nada menos que el 10% de las emisiones de CO2, y de ellas el 40% corresponde a la movilidad en zonas urbanas y metropolitanas.

Existen algunas políticas esperanzadoras practicadas por algunos de nuestros países vecinos, como es el caso de Francia que premiará a aquellas empresas que incentivan a sus trabajadores para ir en bici al trabajo.

Así como proyectos como el de “La Bici del Futuro”, una campaña de concienciación para fomentar el uso de la bici y que vayamos “aparcando” nuestros coches para su uso en la ciudad.

Proyectos que nos recuerdan que la intención y la concienciación están ahí y que ahora nos toca a nosotros seguir con el ejemplo.

Soy consciente de que todavía hay mucho trabajo por delante, al menos por lo de ahora no solo voy a la Universidad en bici, he conseguido inspirar a que todos mis compañeros también vayan y no solo preferimos este sistema por ser una forma sostenible de desplazarnos, además hemos comprobado los enormes beneficios para nuestra salud y hasta para nuestro estado de ánimo.

Puede que al principio supusiera un pequeño esfuerzo, si bien ninguno de nosotros quiere volver a trasladarse de otro modo que no sea en bici.

Así, lo que empezó por cambiar mi modo de transportarme me motivó a hacer otros pequeños cambios y prevenir la generación de residuos. Ahora la mayoría de las cosas las compro a granel o en pequeños mercados, evitando al máximo los envases de plástico.

Incluso he empezado también a emplear productos de limpieza ecológicos, una de las cosas que más me ha costado encontrar.

Al final, un compañero de clase me habló de Stocknetvallés, en tienda online tienen productos ecológicos de todo tipo, desde desengrasantes ecológicos, hasta limpiacristales o productos antical para la higiene general del lavabo.

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