No hay secretos en esto de la economía. En la vida no lo podemos tener todo. Y mucho menos si para tenerlo debemos gastar dinero. Esto es lo que le pasa a mucha gente especialmente cuando se compra su primera casa, que o amuebla barato y de calidad con esta tienda de muebles online, o tiene que empezar a cohibirse en muchas cosas, como pueden ser el ocio, el llevar el coche al trabajo en vez de ir en transporte público, la cuota del gimnasio, el salir a comer fuera, etc. Pero todo esto puede tener sus ventajas si tratamos de buscarle la parte buena, como podría ser la idea de ir a trabajar en bicicleta.
Y es que para ahorrar, si nuestro lugar de trabajo no nos queda especialmente lejos, una de las mejores opciones que tenemos cuando nos veamos pillados de dinero es ir en bicicleta. De hecho, es posible que el precio de la misma sea incluso menor a lo que nos puede costar llenar el depósito durante un mes, por lo que la rentabilizaremos enseguida. Más todavía si nos apuntamos al auge de la compra-venta de segunda mano y nos decantamos por adquirir una que esté en buen estado pero no sea nueva.
El caso es que usando la bicicleta para ir a trabajar estaremos ahorrando mucho dinero en gasolina y también en otro tipo de elementos sin darnos cuenta, como es el caso de las ruedas o las pastillas de freno, y también tardaremos en cambiar piezas como la correa de la distribución (tan cara siempre) y retrasaremos las revisiones y cambios de aceite.
Y no se queda ahí todo el ahorro, ya que otro fundamental es el de la cuota del gimnasio. Si vamos y volvemos del trabajo en bicicleta ya habremos hecho un ejercicio suficiente como para no tener que ir al gimnasio al salir o antes de entrar. Es más, muchos nos quejamos de que apenas sacamos tiempo para poder hacer deporte, y esta es una magnífica forma de incorporarlo a nuestras rutinas sin apenas darnos cuenta. Nuestro cuerpo está claro que lo agradecerá. Pero además, lo bueno de la bicicleta es que, a diferencia del coche, podemos aparcarla prácticamente en cualquier lugar incorporándole un candado para que ningún amigo de lo ajeno se la lleve. Esto no ocurre ni de lejos con el coche, con el que es muy posible que algunos de nosotros también tengamos que pagar por dejarlo estacionado en la calle o dentro de un aparcamiento privado. Asimismo, la bicicleta nos lleva prácticamente hasta la misma puerta de casa y del trabajo, lo que nunca conseguirán ni el coche (si no tenemos garaje) ni el transporte público. Y tampoco daremos muchas vueltas con el vehículo para aparcar.
Amigos de la ciudad y su medio ambiente
Pero además de los beneficios que tiene para cualquiera de nosotros el hecho de dejar el coche aparcado en casa e ir a trabajar en bicicleta, también tenemos que tener en cuenta que se trata de un hábito que nos convertirá en unas personas mucho más comprometidas con el medio ambiente, ya que dejar el coche parado supone contaminar menos la ciudad en la que vivimos.
Es más, teniendo en cuenta las posibles restricciones de tráfico que se avecinan en ciudades grandes como Madrid (visto ya lo que ocurrió el pasado invierno cuando el gobierno municipal intentó descongestionar el cielo de contaminación), donde se habla incluso de llegar a prohibir circular por algunos núcleos a los coches de combustible diésel, incorporar la bicicleta a nuestras vida para los trayectos cortos o medios nos ayudará a que las medidas en el futuro que tome el Ayuntamiento no nos repercutan tanto.