No cabe duda de que el ciclismo es uno de los deportes más bellos que existen. Probablemente, si te encuentras leyendo esto en un blog de estas características, tengas una opinión parecida a la mía. Las dos ruedas a pedales nos gustan y, aunque se trata de uno de los deportes más sacrificados para el que lo practica, montar en la bicicleta y pedalear siempre reconforta y nos llena.
Sin embargo, y aunque nada frena nuestra pasión, somos conscientes de los peligros que entraña montar en una bicicleta y salir de ruta por una carretera o incluso por un camino. No hablo ya de los compañeros que se han dejado la vida, atropellados por un vehículo a motor. Hablo de algo que es incluso mucho más común que esas desgracias. Hablo de las caídas y de sus nefastas consecuencias.
Uno de mis compañeros de ruta sufrió hace aproximadamente un año una caída terrible. Circulábamos por el carril bici de la carretera que conecta nuestro municipio con el polideportivo del mismo, situado a una distancia de tres kilómetros. De pronto, y cuando alcanzábamos una velocidad considerable, un animal se cruzó en el camino y nos sorprendió. Mi amigo y yo lo conseguimos esquivar, pero él perdió el control de la bicicleta y cayó al suelo de boca.
Un charco de sangre surgió de esa boca e inundó el suelo. Rápidamente, le di la vuelta y observé que, aunque se encontraba consciente, había perdido un diente. Llamé a una ambulancia y le trasladaron lo más pronto posible al ambulatorio del pueblo, donde se recuperó de las heridas causadas por aquel animal surgido de la nada.
La pérdida del diente para él suponía un auténtico motivo de depresión. Y no era para menos, porque desconfiguraba totalmente su sonrisa y estéticamente es horroroso ver un hueco negro entre tus blancos dientes. Al poco tiempo, comenzó a pensar en que la mejor opción era acudir a una clínica dental para, primero, pedir el presupuesto para un implante y, después y si le convencía el precio, hacérselo.
Comenzó a buscar información y descubrió una clínica llamada Dental Morante a través de Internet. Llamó al número que aparecía en su página web y le sugirieron que visitara la clínica para que pudieran comprobar el alcance del problema. Mi amigo lo hizo al día siguiente y le hicieron un montón de pruebas para comprobar qué opción era la mejor para realizar el implante de la mejor manera posible.
Una vez hechas las pruebas, le comunicaron el presupuesto. Me contó que este fue el momento en el que quedó más gratamente sorprendido. Esperaba un presupuesto alto, como suele ocurrir con la mayoría de los implantes dentales que se realizan, pero se encontró con todo lo contrario: un precio asequible y que le permitiría reservar una buena parte de su dinero a otro tipo de cosas.
Vuelta a la vida normal
Mi amigo tomó la decisión y se decantó por Dental Morante para implantar esa pieza dental que necesitaba a toda costa para que su vida volviera a ser la de antes. Durante el proceso de implantación de dicha pieza no apareció ningún problema. Todo transcurrió con normalidad y, aunque ya le advirtieron de que tardaría unos días en acostumbrarse, lo cierto es que mi compañero ciclista se adaptó de manera muy rápida a su nueva circunstancia.
En unos días pudo volver a la carretera y volver a hacer lo que más le gusta, que no es otra cosa que el ciclismo. No aparentaba tener ningún miedo a pesar de los recuerdos que tenía de su caída. Al fin y al cabo, son muchos los accidentes y caídas que se sufren al manillar y, si se quiere seguir pedaleando, es necesario superarlos, aunque lo idílico sería que se acondicionaran las carreteras y se aumentaran las medidas de seguridad para evitar contratiempos. Desde varias asociaciones y clubes ya estamos luchando en pos de eso y creemos sinceramente que vamos a conseguir nuestro propósito.