La salud bucodental es un aspecto fundamental del bienestar general, aunque a menudo se le presta menos atención de la que merece. Las enfermedades que afectan a la boca y los dientes no solo provocan molestias y dolor, sino que también pueden repercutir en la salud sistémica, aumentando el riesgo de problemas cardiovasculares, diabetes y otras condiciones crónicas. Entre las afecciones más comunes se encuentran la caries dental, la enfermedad periodontal, la sensibilidad dental y la halitosis, cada una con características y causas específicas que requieren un enfoque preventivo integral.
La caries dental es, sin duda, la enfermedad bucodental más frecuente. Se trata de una destrucción progresiva del esmalte y la dentina causada por la acción de los ácidos producidos por las bacterias presentes en la placa dental. Estas bacterias metabolizan los restos de alimentos, especialmente los azúcares, generando ácidos que erosionan el esmalte y crean cavidades en los dientes. Inicialmente, la caries puede pasar desapercibida, pero a medida que avanza, puede provocar dolor intenso, sensibilidad y, en casos graves, infecciones que afectan a la raíz dental y al hueso maxilar. La prevención de la caries se centra en mantener una higiene oral adecuada, cepillándose los dientes al menos dos veces al día con pasta dental con flúor, utilizando hilo dental diariamente y limitando el consumo de alimentos azucarados y bebidas carbonatadas. Además, las visitas regulares al dentista permiten detectar lesiones incipientes y aplicar selladores o tratamientos de flúor que refuerzan la resistencia del esmalte.
Otra enfermedad muy común es la enfermedad periodontal, que engloba la gingivitis y la periodontitis. La gingivitis es una inflamación de las encías causada por la acumulación de placa bacteriana y sarro. Se manifiesta con enrojecimiento, hinchazón y sangrado durante el cepillado. Si no se trata, puede evolucionar hacia la periodontitis, una afección más grave en la que las encías se retraen y los tejidos de soporte del diente se destruyen, provocando movilidad dental y, en casos extremos, la pérdida del diente. La prevención se basa en la limpieza diaria de los dientes y las encías, el uso de colutorios antibacterianos y la eliminación profesional de la placa y el sarro mediante limpiezas dentales periódicas. Evitar el consumo de tabaco y mantener un estilo de vida saludable también contribuye significativamente a reducir el riesgo de enfermedad periodontal.
La sensibilidad dental es otra condición frecuente que puede afectar la calidad de vida y se caracteriza por un dolor agudo y temporal al consumir alimentos o bebidas calientes, frías, dulces o ácidas. En este sentido, desde el Consejo de Dentistas, la organización colegial de dentistas de España, nos explican que la causa principal suele ser la exposición de la dentina debido al desgaste del esmalte o la retracción de las encías. Para prevenirla, es recomendable usar pasta dental especial para dientes sensibles, evitar cepillarse con excesiva fuerza y emplear un cepillo de cerdas suaves. Asimismo, limitar la ingesta de alimentos muy ácidos y mantener un control dental regular ayuda a identificar y tratar a tiempo cualquier desgaste dental.
La halitosis, o mal aliento, es otra condición común que suele tener origen en la acumulación de placa bacteriana, restos de comida en la boca o problemas digestivos. Aunque generalmente no es grave, puede afectar la vida social y emocional de quienes la padecen. Mantener una correcta higiene oral, limpiar la lengua y utilizar enjuagues bucales antibacterianos son medidas efectivas para prevenirla. Además, la hidratación adecuada y una alimentación equilibrada ayudan a mantener un ambiente bucal saludable.
¿Cada cuánto tiempo se debe acudir al dentista?
La recomendación general es acudir al dentista al menos dos veces al año, es decir, cada seis meses. Estas visitas periódicas son esenciales para detectar problemas de manera temprana, como caries incipientes, inflamación de las encías, desgaste dental o pequeñas infecciones, antes de que se conviertan en afecciones graves que requieran tratamientos más complejos y costosos.
No obstante, la frecuencia exacta puede variar según la salud bucodental de cada persona. Quienes tienen tendencia a caries, enfermedad periodontal, antecedentes de infecciones o tratamientos dentales complejos pueden necesitar revisiones cada 3 o 4 meses, mientras que quienes mantienen buena higiene oral y no presentan factores de riesgo podrían espaciar un poco más las visitas, aunque nunca debería dejarse pasar más de un año sin control.
Además de las revisiones programadas, es fundamental acudir al dentista inmediatamente si se presentan síntomas como dolor dental, sangrado de encías, movilidad de dientes, mal aliento persistente o cualquier lesión en la boca. Estas señales pueden indicar problemas que requieren atención profesional antes de la próxima revisión rutinaria.